COLUMNA DE OPINIÓN: SIN RENTABILIDAD NO HAY AGRICULTURA SOSTENIBLE, POR ARMANDO FLORES JIMÉNEZ

La sostenibilidad es un concepto que muchos emplean en estos días para mostrar básicamente que una actividad es amigable con el medio ambiente. Desde mi punto de vista, esta es una visión sesgada, que no considera la enorme amplitud de aspectos que abarca este término. Para quienes no están familiarizados con él, sostenibilidad se emplea básicamente como una cualidad positiva, pero apunta a señalar a una actividad que es capaz de asegurar las necesidades del presente, sin comprometer aquellas que presentarán las futuras generaciones.

Una de las actividades más cercanas para nosotros en este valle y que asociamos directamente con la sostenibilidad es nuestra pequeña agricultura o agricultura familiar campesina. Esta asociación nace de inmediato pues en forma inconsciente la vinculamos con prácticas no industriales, ya que presenta una baja intervención del suelo, utiliza menos agua que otras actividades productivas e incluso en muchos casos, no utiliza agroquímicos.

Si bien esta interpretación del desarrollo sostenible, asociada exclusivamente a lo medio ambiental no es errónea, como dije es solo algo sesgada, pues este término, efectivamente alude a una actividad que en primera instancia debe ser respetuosa de su entorno.  Pero cuidado, pues para que una actividad se pueda catalogar como sostenible, debe estar en equilibrio con otros dos aspectos de igual importancia, como son lo social y lo económico, y a su vez estos tres, deben generar las condiciones para que esta actividad se proyecte, por lo que en última instancia, la sostenibilidad no solo es la fografía del hoy, sino que es un concepto que considera la proyección de la actividad en el largo plazo, es decir, se debe sostener en el tiempo.

En cuanto a lo social, esta variable se refiere a la capacidad de convivir con otras actividades que se desarrollan en el mismo territorio, a la interacción con otros emprendedores para desarrollar trabajo asociativo, al respeto por las costumbres y tradiciones que caracterizan el entorno, todas las cuales son características que vemos cada vez más presentes en nuestros pequeños agricultores. Pero veamos ahora qué ocurre con la componente económica. Esta es quizás la menos considerada, pues muchos conciben la preocupación por la rentabilidad como algo contradictorio con lo ambiental y lo social, motivo por el que generalmente en los análisis se deja de lado y no se asume la real importancia que tiene para construir el necesario equilibrio que debe operar entre las componentes que he mencionado. La experiencia nos dice claramente que un emprendimiento que solo busca ser ambientalmente respetuoso y socialmente responsable y no considera que debe ser económicamente rentable, está condenado al fracaso y tratándose de la pequeña agricultura este fracaso se traduce en la postergación del desarrollo de un nucleo familiar completo, por o que es vital su abordaje.

Es cierto que lo económico es un ámbito difícil de abordar, avanzar hacia una pequeña agricultura con mayores grados de rentabilidad en muchos casos requiere de una importante inyección de recursos o inversiones, pero la experiencia nos dice que en muchos casos es posible cimentar el camino hacia la sostenibilidad en forma gradual, a través de medidas de gestión que pueden ir en la línea de definir con mayor precisión el modelo de negocio al que se orientará la actividad y con ello la necesaria agregación de valor a los productos; la elaboración de un programa con los cultivos que se desarrollarán durante el año, el que a su vez nos dará la claridad acerca de los insumos y labores que se desarrollarán durante el periodo; la construcción de un trabajo asociativo con emprendedores del entorno; la evaluación al terminar la temporada para conocer el balance entre los costos y los ingresos.  Estas son pequeñas, pero a la vez importantes medidas que pueden generar que la pequeña agricultura avance hacia un equilibrio entre lo económico, social y medio ambiental, de tal manera que cada día nos acerquemos un poco más la verdadera sostenibilidad en nuestro valle.

Por Armando Flores Jiménez

Ingeniero Agrónomo

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